lunes, 30 de marzo de 2015

Reconstruir los saberes de los estudiantes


Nos proponemos compartir en este blog los conocimientos que surgen tanto de las experiencias pedagógicas que se transmiten de boca en boca como los saberes más huidizos (esos que hacen recorridos más íntimos y no tienen oportunidad casi nunca de ser comunicados) ya que constituyen experiencias pedagógicas valiosísimas que a todos nos constituyen como docentes. 

Es por eso se invita a los docentes practicantes a escribir las historias que consideraran más significativas, cuidando con ellos que esas historias no solamente no se pierdan sino que tomen cuerpo y fuerza en una narración. 

El espacio de la escuela o de los institutos de formación son espacios de aprendizaje para todos los que los atraviesan, pero muchos de esos aprendizajes se realizan en situaciones que escapan a la cultura escrita del mundo escolar. Por eso, dar lugar a esas historias cotidianas tiene una enorme potencialidad para rescatar esos saberes, transformar prácticas establecidas y lograr el desarrollo profesional de los docentes. 





lunes, 26 de mayo de 2014

Documentación narrativa de experiencias pedagógicas

A diario sufrimos la sensación de que el tiempo nos atrapa. Difícilmente llegamos a hacer todo lo que planificamos. Pero sabemos que para poder pensar y pensarnos, debemos tomar al tiempo, tomarnos el tiempo para algo que no es perder el tiempo.
Esta es una invitación para contar historias, historias vividas en escuelas.
Para comenzar, no está demás recordar lo que ustedes están viviendo: la vida cotidiana en las escuelas es incierta, vertiginosa, pasan muchas cosas al mismo tiempo. Las más complejas suelen ser impredecibles y, aunque esperables, vuelven a conmovernos. Disfrutamos, y nos sentimos satisfechos, cuando el aprendizaje de los alumnos nos hace un guiño para seguir adelante. Sentimos un enorme placer cuando, con “ruido de aula”, podemos enseñar lo que sabemos. En estas situaciones nadie podría sentirse incómodo. Pero ahí nomás, pegaditos a la satisfacción, los paisajes escolares suelen estar impregnados por el sufrimiento, el dolor y las urgencias de docentes, alumnos y padres. ¿Cuántas veces personas extrañas al espacio escolar nos manifiestan su sorpresa al vernos actuar aún en estas condiciones? Entonces, ¿por qué no nombrar como “sabiduría” al oficio que poseen los docentes que permuta ese malestar y lo convierte en un desafío y no en una fatalidad?
Esta invitación reconoce que ustedes producen y poseen saberes pedagógicos que resultan de su experiencia; de sus percepciones; de su formación inicial; del sentido común; de tradiciones, modelos y culturas escolares recibidas; de las prácticas institucionales planificadas o implícitas; de la reflexión sobre ideas propias o estudiadas, pensadas en soledad o construidas colectivamente. Y son estos saberes los que utilizan los docentes y circulan en las escuelas para resolver la diversidad de problemas pedagógicos a los que se enfrentan con aciertos o desaciertos.
Esta invitación, además, ofrece una oportunidad democrática: dispone espacios y tiempos para que los docentes hablen y escriban, expresen su voz, hagan circular y se escuchen sus palabras. Presenta una ocasión para que el anonimato de la gran mayoría de los escritos pedagógicos ocupen el lugar merecido, cuyos autores, en primera persona, con nombre y apellido, tomen la responsabilidad decir y escribir su palabra, de transmitir su saber profesional poniendo en diálogo discursos propios y ajenos.
La propuesta contenida en esta invitación apunta a abrir un camino para que otras cosas sucedan, para que la conversación horizontal entre docentes y el intercambio amistoso en torno a la pedagogía de la experiencia, sea posible. De lo que se trata, entonces, es de poner a prueba otros modos de escuchar, de escucharnos, de escribir y de escribirnos, para tirar hacia otros sentidos que no nos muestren el camino seguro, verdadero, a prueba de desgracias escolares. Un camino sinuoso de desafíos, de preguntas, que nos pongan en disposición y posición de pensar qué nos pasa con esto qué pasa.
La idea es escribir sobre lo que sabemos, un saber que se funda en el pensamiento de una experiencia de la que fuimos protagonistas. No es la aplicación de una instrucción técnica para escribir por muy bien pensada que esta fuese. La intención es documentar narrativamente experiencias pedagógicas, esto es: poner en escena a la palabra dicha, convertirla en palabra escrita, nuestra palabra escrita, y al mismo tiempo gozar de un estímulo maravilloso: leer y conversar con otros lo que hemos escrito.
A esto llamamos documentación narrativa de experiencias pedagógicas: que relatos escritos por los propios docentes, sean leídos, escuchados y comentados; circulen entre otros docentes; superen la frontera del adentro, de lo mío, lo íntimo, y que ese mismo relato pase hacia afuera, se objetive, sea compartido y tome dimensión pública. Y todo esto porque como educadores que trabajamos con la palabra, pocas veces escribimos sobre lo que hacemos, lo que sabemos, lo que tenemos ganas de hacer pensando, aquello que nos sale bien o aquello que no nos sale tan bien y aún así, seguimos proponiendo que algo más podemos hacer.
Se trata de provocar el encuentro y la comunicación profesional entre docentes sobre las cosas que hacen, suspender el aislamiento, ser tolerantes y generosos para hacerse cargo de la responsabilidad de contar lo que hacen para que otros, en similares o diferentes situaciones, tomen de eso lo que les parezca, se apropien de alguna manera, siempre distinta, de la experiencia contada, vuelvan sobre ella, la imaginen y dibujen otra vez, la discutan, la enriquezcan o la rechacen en parte.
Esta propuesta invita, entonces, a ensayar un desafío: desnudar una experiencia pedagógica relatándola en toda su intimidad, contando aquello que parece formar parte de los “secretos profesionales” que se comparten exclusivamente con los cercanos. Convoca a tomarse el permiso de despedazar, destejer, entretejer y volver a tejer la madeja de una experiencia en sus aspectos más formales, pero también en sus anécdotas, misterios e intrigas, en las ocurrencias más disparatadas, absurdas u obvias. Interpela a ponerse en compañía para relatar alguna de las “obras” que, en su historia profesional, recorrieron o están recorriendo como docentes protagonistas.
La búsqueda consiste en “hacer transparente” la experiencia que, tomando la forma de un relato, no se despojará de las complicaciones, confusiones, sospechas y contradicciones propias de la práctica. Para ello, el relato dará vueltas en torno a la experiencia vivida y la indagará con distintas miradas. No sólo mostrará los momentos de éxito o de final feliz, sino que reconstruirá todo ese camino, esa aventura, y también esas desventuras, que hicieron posible que esta experiencia les pertenezca y las identifique, las cuente en pequeñas historias. Por eso, no intenten producir un texto y revestir el relato porque sea “para entregar”, ni por esto mismo filtren o desechen lo que creen que no se quiere escuchar. Sí tengan presente que quienes leerán su relato serán otros colegas, otros docentes.
La invitación a tomar la palabra escrita con toda su potencia permite contar qué pasó y qué les pasó a los autores en esa travesía que han vivido y protagonizado. Y en ese contar, cada uno puede buscarse y reconocerse entre líneas: “allí estuve yo”, “ese es mi relato”, “muestra mi estilo, mi manera de ser y de hacer, la vivencia de mi experiencia, mi percepción y mis sentidos”, “me reconozco en él”, ”ésa soy yo“.
La escritura narrativa de una experiencia recupera y hace evidentes aquellas ausencias que se deslizan de otros formatos documentales (planificaciones, informes, legajos, planillas varias, carpetas didácticas, boletines, entre otros) que, si bien son útiles para otros fines, dificultan la re-presentación y la re-creación de la experiencia por parte de los docentes en toda su dimensión pedagógica. Por ello, los relatos escritos, las historias narradas por docentes pueden ser un soporte importante para la reconstrucción de la memoria pedagógica y educativa de la escuela, para contribuir a que las actuales y futuras generaciones de docentes dispongan de un registro que transmita aquello de lo que viven y hablan en las escuelas.
Pero éste no es un proceso estático, duro, impenetrable, solitario. Apunta más bien a la generosidad profesional y a una construcción colectiva y dinámica. La fuerza de esta pretensión intenta que la sabiduría de los docentes no pase al olvido, sino que, al quedar escrita y documentada, esté a la mano de quien quiera hacerse de ella y reconstruirla mediante la lectura, permanezca como un ofrecimiento y una entrega de las experiencias de otros que ya pasaron. La documentación narrativa de las experiencias escolares busca poner esas experiencias relatadas en circulación, establecer contactos, generalizarlas. No se trata de replicar modelos cerrados, sino de promover y movilizar fuerzas pedagógicas.

Serán ustedes los protagonistas autores responsables de la escritura. Por eso, es importante que soliciten toda la información que necesiten y que ustedes mismos busquen todos los datos que crean convenientes. Tengan en cuenta también que la escritura y las reflexiones que ésta supone podrán comprender momentos de trabajo individual, de trabajo colectivo o combinar ambos.